NUESTRA HISTORIA
LEGADO DE UNA FAMILIA, ESPÍRITU DE UNA TIERRA
La historia de Estancia Chochoy Mallín está profundamente entrelazada con la familia Creide, pionera de la provincia de Neuquén y guardiana de estas tierras donde la naturaleza marca el compás del tiempo. Desde sus orígenes, el lugar ha sido escenario de trabajo, esfuerzo y visión: un espacio donde la tradición ganadera dio forma al paisaje y al alma de la región. Hoy esa herencia se transforma en una propuesta que une producción, conservación y hospitalidad.
Durante más de un siglo, la estancia fue un punto vital de la vida rural patagónica. Entre vacas, ovejas, chivos, caballos y el ir y venir de la trashumancia, se forjó la identidad de un territorio acostumbrado a convivir con los ritmos del viento y la montaña.
Su casco histórico aún conserva la memoria de esos días: los muros de adobe y piedra fueron testigos de épocas en que la casa principal y sus dependencias funcionaron como pulpería y almacén de ramos generales, punto de encuentro para los pobladores y viajeros que se dirigían hacia la frontera con Chile. Allí también fue recibido el oficial chileno Luis de la Cruz y Goyeneche, figura clave de la independencia sudamericana y compañero de José de San Martín en su expedición transandina. Ese pasado, tan lleno de historia y de cruce de caminos, aún late en cada rincón.
La familia Creide llegó a Chochoy Mallín en 1968, cuando Alfonso Creide, neuquino de espíritu pionero, adquirió la propiedad. Nacido en Zapala en 1917 y criado en los campos cordilleranos de La Lipera, sobre la confluencia de los ríos Traful y Limay, Alfonso personificó la visión de una Patagonia productiva y moderna. Más tarde se trasladó con su madre y sus cinco hermanos a San Martín de los Andes, donde se convertiría en una persona influyente que contribuiría decisivamente al desarrollo provincial.
Hoy, bajo la conducción de la cuarta generación de la familia Creide, la estancia mantiene vivo su espíritu original, abriendo sus puertas al turismo con la misma hospitalidad que caracterizó a sus fundadores. La pesca con mosca en ríos privados, las cabalgatas entre valles, la gastronomía de productos propios y tradiciones como la carneada y la yerra forman parte de una experiencia que honra la historia del lugar y su vínculo profundo con la tierra.
Chochoy Mallín es hoy un ejemplo de convivencia armónica entre producción y conservación: la ganadería, la apicultura, la huerta biodinámica y el manejo forestal sustentable se integran en un mismo equilibrio. Esa unión entre legado familiar y respeto por la naturaleza hace de la estancia un verdadero refugio de autenticidad, donde cada visitante puede sentir -como las generaciones que la habitaron- que el tiempo se detiene y el alma patagónica se revela en su forma más pura.